A menudo hablamos sobre la comunicación y lo importante que es comunicarse, pero ¿qué sabemos sobre ella?
La comunicación es una capacidad que está en la base de todas nuestras relaciones. Nos comunicamos con los otros desde que nacemos y lo hacemos de diferentes maneras en función de nuestro momento evolutivo, el contexto, nuestro estado emocional o la cultura a la que pertenecemos.
Uno de los autores más relevantes en el estudio de la comunicación humana es Paul Watzlawick. Enunció cinco axiomas que nos ayudan a entender mejor cómo es nuestra comunicación. Veamos cuáles son:
- Es imposible no comunicar. A pesar de que a menudo vivimos bajo la ilusión de que todo lo que transmitimos a los otros lo hacemos a nivel verbal, nuestros gestos, la forma en que nos movemos e incluso nuestros silencios cuando tratamos de no decir nada, son importantes vehículos de comunicación que expresan a los demás distintos mensajes. Muchos de ellos son menos controlables que las palabras que decimos de forma consciente.
- Cada mensaje que comunicamos se expresa en dos niveles: a un nivel de contenido, expresamos el significado de aquello que decimos, y a un nivel relacional, comunicamos cómo es nuestro vínculo con la persona a la que va dirigido el mensaje. Habitualmente tenemos un mayor control consciente de lo que transmitimos a nivel de contenido, pero no podemos dejar de lado que en nuestros mensajes también estamos definiendo la relación con la otra persona y cómo nos sentimos respecto a ella en ese momento. No significa lo mismo a nivel relacional un buenos días de alguien que te atiende en un comercio, que el de una amiga cuando sabe que estás pasando una mala racha a pesar de que el contenido del mensaje es el mismo.
- Cada persona define de modo individual cómo es la secuencia en la comunicación: Cuando nos comunicamos tendemos a establecer relaciones causa-efecto, en las que marcamos un punto de inicio de la misma que trae como consecuencia una respuesta, y así sucesivamente. En las conversaciones, podemos estar transmitiendo mensajes que tienen para nosotros su punto de origen incluso en días, meses o años atrás. Esta puntuación que hacemos en la comunicación influye en el significado que le damos. Por ejemplo, es habitual que en las discusiones de pareja se entre en círculos viciosos de “yo te dije eso porque tú me dijiste”, “pero tú me habías dicho antes…”, no llegando a un consenso sobre quién empezó la discusión. Esto se da porque cada uno marca el inicio en un punto distinto, cuando la comunicación es circular.
- Hay dos modalidades de comunicación: la analógica y la digital. Podemos equiparar la comunicación digital con el lenguaje verbal, y la analógica con el lenguaje no verbal. Éste está lleno de matices que enriquecen los mensajes verbales que transmitimos. En algunas ocasiones ambos mensajes pueden ser contradictorios, y ante la duda, solemos tender a interpretar como verdadero el contenido analógico, y por tanto respondemos a él. Podemos observarlo por ejemplo cuando un padre o madre le dice a su hijo, “te doy 5 minutos para sentarte en la mesa”. A nivel digital, está expresando el tiempo que tiene para sentarse a comer, sin embargo en el nivel digital podríamos ver enfado en sus palabras.
- La comunicación puede ser simétrica o complementaria. En la comunicación simétrica se establece un diálogo desde posiciones equivalentes. Es la que se da, por ejemplo, cuando mantenemos una conversación sobre cómo hemos pasado las navidades con un amigo. La complementaria aparece cuando se da una dinámica jerárquica entre las personas que hablan. La vemos, por ejemplo, cuando hablamos con alguien de un tema que conocemos y esa persona no. Lo ideal es que la comunicación simétrica y complementaria se alternen, ya que una pauta rígida de cualquiera de ambas genera tensiones.
Como vemos, la comunicación humana es un proceso complejo que influye cada día en nuestras relaciones, especialmente las más íntimas, donde los contenidos se entremezclan con mensajes relacionales y afectivos que transmitimos en gran medida con nuestro lenguaje no verbal, del que tenemos menor control consciente.