¿Por qué es importante tratar historias de maltrato?
Una de las situaciones que más pueden determinar nuestra forma de ser y de estar en el mundo es haber sufrido algún tipo de maltrato físico, psicológico o abandono en nuestra infancia.
En ocasiones, la persona crece siendo consciente de que aquello que ha vivido constituye un maltrato, puede entonces ponerle nombre desde muy pronto. Sin embargo, en otras el proceso de descubrimiento es a la inversa: a raíz de problemas actuales que interfieren en la vida diaria o en la relación con los demás, se inicia un proceso de búsqueda de los motivos y es en ese momento cuando puede tomarse conciencia de lo que se vivió.
¿Qué entendemos por maltrato físico?
- Hablamos de cualquier acto (consciente o no) que pueda causar un daño físico al menor o bien que le haya puesto en riesgo de padecerlo.
- La persona que lo ejerce debe ser un adulto responsable del niño con el que este tiene un vínculo afectivo.
- El maltrato ha de ser continuado durante un tiempo, no puede constituir un hecho puntual aislado por parte del adulto responsable del niño o niña.
Cuando el maltrato ha sido grave, es más fácil para el niño o actual adulto identificarlo. Sin embargo a veces el maltratador justifica la agresión en algún motivo. En estos casos, el niño podrá crecer creyendo que merecía esas agresiones "porque me he portado mal", "por no haber estudiado lo suficiente", "por haber contestado", etc.
Es importante que tengamos claro que nadie en ningún caso merece ser maltratado, no hay ninguna justificación posible para pegarle o causar un daño a un niño o niña ya que sería vulnerar sus derechos como persona. En la actualidad existen métodos educativos libres de violencia al alcance de cualquier padre, profesor o adulto responsable por lo que conocerlos y llevarlos a cabo es una obligación para todos.
¿Qué es el maltrato psicológico?
El maltrato psicológico puede adoptar muchas formas:
- Cuando se agrede verbalmente al menor, insultos o humillaciones “no vales para nada”, “eres tonto”, “eres un inútil”…
- Impedir al niño que se relacione con sus iguales o realice actividades de su edad.
- No darle en ningún caso un refuerzo positivo: “haces todo mal”…
- Exponerle a situaciones de maltrato o conflictos graves entre los padres.
- Atemorizarle infundiéndole miedos innecesarios
- Aunque sea paradójico, una sobreprotección extrema por parte de los padres es también puede ser una forma de maltrato. Impide al niño desarrollarse con la autonomía que necesita y le transmite una identidad de persona vulnerable.
Como vemos, el maltrato psicológico se da de modos diferentes y esto hace que pueda pasar mucho desapercibido, incluso para uno mismo.
En muchas ocasiones, los pacientes nos hablan de una sensación de malestar en su infancia, de no haberse sentido del todo bien cuidados o protegidos y, con ayuda del terapeuta, pueden renombrar sus recuerdos tomando conciencia de lo realmente vivido.
En otros casos nos podemos encontrar con lo contrario, personas que han crecido con una imagen positiva de sus padres pero que a raíz del trabajo en terapia encuentran que estos se comportaron de modo que impidieron su desarrollo como persona autónoma, por ejemplo, invadiendo excesivamente todas las áreas de su vida.
¿Cuándo hablamos de abandono?
A veces ocurre que los padres no satisfacen las necesidades básicas de sus hijos por dejadez o falta de capacidad para detectarlas. Podríamos hablar de abandono cuando el niño no tiene una seguridad en cuanto a los alimentos, la escolarización, su material escolar, la higiene...
En otros casos existe además un abandono emocional, hablamos de esto cuando los padres no registran, contienen ni ayudan a gestionar las emociones o necesidades afectivas del niño o niña.
¿Cuáles son las secuelas de haber sufrido maltrato o abandono?
Todos aprendemos a entender y gestionar nuestras emociones de acuerdo a cómo aprendimos por parte de nuestras figuras de apego. Cuando un niño "no es visto" emocionalmente por sus padres, interioriza que no tiene el valor suficiente como persona. Además, en este caso no podrá adquirir herramientas necesarias para gestionar lo que siente y relacionarse con los demás de manera sana, crecerá por tanto sin poder aprender a leer y manejar sus propias emociones lo cual tiene muchas secuelas en la vida adulta.
Muchos problemas de autolesiones, trastornos de alimentación, depresiones, problemas con el alcohol, etc. tienen en la base una infancia y adolescencia en la que los padres no estuvieron presentes a este nivel. Estudios recientes demuestran cómo haber vivido maltrato en la infancia está directamente relacionado con sufrir problemas psicológicos e intentos de suicidio en la vida adulta.
Es importante por todo esto buscar ayuda profesional cuando se ha pasado por estas experiencias. El terapeuta ayudará a través de la palabra a integrarlo y elaborarlo de modo sano para que no interfiera en nuestro día a día. El paciente entonces será capaz de conectar con el niño que fue y reencontrarse con las necesidades que no fueron satisfechas en aquel momento de modo que su identidad actual pueda verse salvaguardada.