“Me descuidaron, me maltrataron y sentí que no merecía amor; era pequeño y no podía hacer nada, solo pensar qué había hecho yo para que me ocurriera esto. Ahora sé que esa idea no tiene sentido, yo no hice nada malo, no tuve la culpa.
Hacer terapia es descubrir y elaborar las grietas de nuestra historia, integrar todo lo que fuimos y lo que somos para poder seguir hacia delante de mejor manera. Porque el objetivo final de este proceso personal es hacer los cambios para llegar a un lugar mejor, más libre de conflicto y confortable. Por este motivo, hoy os animamos a pensar en qué compromisos os gustaría hacer con vuestro “yo” del futuro. Os damos algunas ideas:
A menudo los síntomas psicológicos como el estrés, las dificultades para dormir o los problemas con la comida tienen su origen en una necesidad no escuchada. Se hace imprescindible parar y pensar en qué nos está ocurriendo para responder de una forma adecuada a lo que nosotros mismos estamos expresando a través del síntoma que manifestamos. Por este motivo puede ser un buen compromiso con nosotros mismos y la persona que seremos ser conscientes de activar esta actitud de escucha.
Muchas veces cargamos con la losa de la desconfianza propia que se gestó en una relación deficitaria, donde no pudimos ver reflejada una imagen real de nosotros mismos, con nuestros defectos y capacidades. Así, desarrollamos problemas de autoestima, dificultades en las relaciones sociales, bloqueos personales, que nos ponen trabas a la hora de existir de forma plena. Hacernos conscientes de estos mensajes recibidos y colocarlos en un lugar que no interfiera con nuestra autoestima, es una tarea necesaria para sentirnos bien.
Hay partes de nosotros mismos más fáciles de aceptar y otras que nos generan muchas más resistencias: aceptar la envidia, la rabia, la vergüenza, la vulnerabilidad o el orgullo, se convierte en una tarea compleja pero imprescindible si no queremos vivir atados a nuestros propios fantasmas. Poner en práctica la aceptación de uno mismo y nuestra vida interior en su totalidad puede ser una forma fructífera de crecimiento.
Otro de los aprendizajes que nuestro yo del futuro agradecerá es aprender a poner límites a aquello que nos genera malestar y tolerar las sensaciones que nos provoca este ejercicio, trabajando sobre ellas y dándoles un sentido. Los límites son el reflejo real de la forma de tratarnos a nosotros mismos, que no siempre interiorizamos en nuestras experiencias temprana, lo que puede provocarnos síntomas como ansiedad, depresión o inestabilidad emocional. Pueden funcionar como una barrera de seguridad que nos ayude a avanzar en nuestra vida sabiéndonos protegidos por un recurso propio.
Un compromiso aún más elevado es el que adquirimos con nosotros mismos cuando nos hacemos responsables de nuestro potencial para desear, dando cabida a lo que nos proporciona placer y atravesándolo por un filtro consciente que nos libera. Una vez hemos revisado nuestra historia y nos conocemos mejor, podemos poner en palabra cómo nos relacionamos con nuestro deseo. Desde ese punto, es más sencillo tomar decisiones al respecto que nos beneficien.
¿Y tú? ¿Qué compromisos te gustaría hacer con tu yo futuro? Si sientes que te vendría bien reflexionar sobre esto, puedes ponerte en contacto con nuestro equipo.