Bailar para celebrar, bailar para relacionarnos, bailar para expresar un sentimiento… La danza es una actividad que encontramos en distintas culturas a lo largo de la historia y que practicamos a todas las edades. No es casualidad, ya que hay algo placentero en el movimiento corporal que acompaña a la música o cualquier sonido rítmico que convierte el baile en universal. Veamos cuales son algunos de sus beneficios a nivel psicológico:
Como comentábamos al comienzo, bailar es una actividad placentera que requiere llevar la atención tanto a la música que escuchamos como a nuestras reacciones emocionales y corporales, por lo que nos ayuda a desconectar nuestra mente de preocupaciones. Además, al hacer ejercicio físico liberamos hormonas que regulan nuestro nivel de activación. Si estás atravesando una etapa de mayor estrés, la danza puede ser un buen complemento para relajarte.
La danza, como otras expresiones artísticas, es un vehículo de comunicación para expresar utilizando un código distinto a las palabras. A través del movimiento, podemos comunicar de forma simbólica todo aquello que queremos expresar, ya sean sensaciones, sentimientos o vivencias. Muchas veces, comunicar a otra persona o incluso a nosotros mismos aquello que nos ocurre a nivel interno nos permite liberarnos. Por otro lado, bailando podemos experimentar momentos compartidos que construyen una historia común, fortaleciendo el vínculo con otras personas.
La música acompañada del movimiento corporal puede ser muy útil para mejorar nuestro estado de ánimo: nos ayuda a sintonizar con las emociones que sentimos en cada momento y, como comentábamos en el punto anterior, expresarlas de un modo simbolizado. Este ejercicio de identificación de lo que sentimos y expresión a través de la danza nos facilita regular nuestros estados emocionales, ya que canalizamos emociones que pueden ser complejas de elaborar, como la tristeza, la ira o el miedo.
Muchas personas inhiben su deseo de bailar por temor a hacer el ridículo. Cuando bailamos estamos utilizando nuestro cuerpo para desarrollar una actividad placentera y expresarnos de forma libre, por lo que nuestra identidad se refuerza y experimentamos una sensación de valía personal. Además, la danza nos permite ponernos retos progresivos que nos orientan a tener logros personales y por tanto alimentan nuestra autoestima.
Muchas personas tienen dificultades en su sexualidad porque no conocen bien su cuerpo, su deseo, no saben escucharlo ni expresarse a través de él. Esto tiene una clara relación con la práctica de la danza, ya que puede ser una vía de descubrimiento de uno mismo y una forma de entrenamiento en la tarea de observar lo que nos ocurre a nivel interno. Además, las relaciones sexuales implican una lectura empática de otra persona en una actividad compartida, como sucede cuando bailamos con los demás.
Como cualquier ejercicio físico, la danza favorece que se descanse mejor cuando se practica. Además, por las características particulares de esta actividad de las que hemos ido hablando, puede ayudar a liberarnos de preocupaciones, canalizando nuestras emociones de forma que no interfiera con nuestro descanso.
Os deseamos un verano lleno de baile y bienestar emocional.