En nuestra consulta, trabajamos con padres y madres que acuden buscando una guía en la crianza de sus hijos e hijas. Lo cierto es que ser “buenos padres y madres” es uno de los retos más complicados con los que nos encontramos. A lo largo del desarrollo de los hijos, es común que surjan dudas y momentos de crisis en los que puede hacerse necesaria una orientación por parte de un profesional. Algunos padres y madres sólo consultan en un momento puntual, otros buscan un acompañamiento a largo plazo hasta sentirse seguros/as.
Las pautas de crianza pueden ayudarnos en ocasiones a tener una guía que nos oriente, pero no existen las recetas mágicas: cada niño/a siente, experimenta y se desarrolla de una forma particular, influenciado/a también por su entorno familiar y cultural. Por ello, es importante encontrar un espacio donde acercarnos a la crianza y desarrollo de cada niño/a de una forma personalizada y cuidada, de cara a poder entender el sentido de sus emociones y conductas.
Como decíamos, acompañar y ser el referente de niños/as y adolescentes es un gran reto. En primer lugar, tendremos que asumir que habrá muchas cosas en las que nos equivocaremos y fallaremos, lo importantes es ser flexibles, estar abiertos/as a aprender, cuestionarnos, repasar nuestra historia y reparar nuestros errores.
En este post hablaremos sobre algo que padres y madres consultan a menudo: “¿cómo favorecer que nuestros hijos e hijas confíen en sí mismos/as y desarrollen una buena autoestima?”
Los seres humanos aprendemos más a través de la experiencia –del hacer y del sentir de nuestras vivencias– que del conocimiento que nos trasladan los demás de las suyas propias. Así, para ayudar a que nuestros hijos/as confíen en sí mismos/as, más allá de trasladarles mensajes del tipo “tienes que confiar en ti”, “tú vales mucho”, puede ser más beneficioso demostrarles, en la práctica, que realmente confiamos de ellos. Por ejemplo, si un niño nos dice que está lleno y no quiere comer más, respetaremos su decisión y creeremos que nos lo dice porque así es; si nuestro hijo/a nos dice que no quiere dar besos a un familiar respetaremos su criterio interno y entenderemos que no quiere hacerlo.
Siguiendo esta línea, en lugar de decirle lo que se le da bien o no a nuestro hijo/a, o lo que es capaz de hacer o no, le podemos permitir explorar sus propios límites y descubrir qué es lo que le gusta. De esta forma, le estaremos transmitiendo que creemos en su capacidad de ir distinguiendo por sí mismo/a y le permitiremos ese espacio de experiencia propia desde el que ir construyendo su propio criterio.
Es muy halagador ser el referente de un hijo/a y que puedan acudir a nosotros/as cuando necesiten ayuda, cuidado o protección. Pero también es muy importante poder acompañarlos en que ellos/as mismos/as vayan construyendo su propia referencia interna y puedan confiar en ella, lo que les permitirá tener una seguridad propia en su vida adulta.