Los mecanismos de defensa son formas automáticas e inconscientes que utilizamos para protegernos ante algo que nos genera una angustia intensa. Existen diferentes mecanismos, veamos algunos de los más habituales:
Represión: La represión es una estrategia de nuestra mente que nos permite ocultar de la conciencia aquellas ideas, experiencias o deseos que nos provocarían angustia. Cuando alguien vive una mala experiencia, es posible que ese recuerdo o algunas partes del mismo se repriman para evitar el malestar que generan.
Desplazamiento: Este mecanismo consiste en centrarnos en una cuestión concreta que nos permite no atender aquello que vivimos como realmente grave y nos genera una angustia más intensa. Podemos verla cuando alguien está preocupado/a por un examen importante y en los días previos desplaza su angustia hacia el control de otra cosa, por ejemplo comprobando varias veces que no se olvida nada al salir de casa.
Negación: Hablamos de negación cuando a pesar de ser conscientes de algo, nos esforzamos en comportarnos como si no lo supiéramos o mediante el lenguaje lo negamos. Esta estrategia puede aparecer cuando nos dan una mala noticia y respondemos con la idea de “no puede ser cierto”.
Regresión: La regresión es una defensa que aparece cuando actuamos de una forma que se corresponde con una edad menor a la nuestra o un momento del desarrollo que ya hemos vivido. Podemos verla cuando alguien se comporta de una manera infantil ante figuras de autoridad para evitar el temor que les supone cuestionarlas.
Racionalización: La racionalización aparece cuando necesitamos justificar una motivación inconsciente y empleamos un argumento lógico para no exponernos a esa motivación que nos genera malestar. Podemos verla cuando alguien dice que prefiere quedarse sentado/a conversando en vez de salir a bailar, si hay por debajo un el miedo a sentirse ridículo/a. Este mecanismo es parecido al de intelectualización.
Intelectualización: Es la estrategia que vemos cuando alguien habla de una idea abstracta para sustituir algo concreto que tiene una importante carga emocional. Podemos ver esta defensa cuando alguien nos habla en términos generales, por ejemplo diciendo “hemos discutido y las cosas no van bien”, sin mencionar anécdotas concretas o emociones que se sintieron.
Estos son sólo algunos de los mecanismos que utilizamos para protegernos. En la terapia, podemos ir tratando la angustia que subyace para poder entenderla y gestionarla, de manera que estos recursos dejen de ser necesarios.