A menudo se nos olvida lo que sentíamos cuando éramos niños, de ahí que con frecuencia tengamos dificultad para comprender la capacidad emocional e intelectual de los niños ante situaciones como las pérdidas, por eso contamos con el servicio de psicoterapia infanto-juvenil.
Hace varias décadas se consideraba que los niños no experimentaban reacciones de duelo y era un tema tabú que había que ocultar y silenciar.
En la actualidad, aunque la muerte sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad, la pregunta no es si los niños experimentan o no un duelo, sino cómo reconocer el duelo infantil, y cómo acompañarlos en este proceso, con el fin de aliviar futuras secuelas.
Desde Intropsicólogos Madrid queremos arrojar luz en este asunto, y ayudar a los padres a clarificar los sentimientos de los hijos en el proceso del duelo infantil, consúltanos aquí.
DUELO INFANTIL: QUE ES UNA PERDIDA PARA LOS NIÑOS
Cuando se habla de pérdida, la mayoría de las veces nos referimos a la muerte de un ser querido (padre o madre, abuelos, hermanos, etc).
Pero los niños también pueden estar transitando un proceso de duelo por un cambio de colegio, la marcha de una de sus cuidadoras, el nacimiento de un hermano o la separación de sus padres.
Los niños, ante una pérdida, pueden experimentar emociones que no son capaces de controlar ni describir, y que a menudo les genera mucha angustia.
Cuando los adultos tendemos a protegerlos de situaciones complejas, en cierto modo les estamos negando la oportunidad de expresarse, entender e integrar las situaciones tristes de la vida.
Hay tres factores fundamentales que influyen directamente en el proceso de duelo infantil:
- el momento evolutivo en el que se encuentre el niño.
- la relación emocional o grado de apego que tenga con lo perdid.
- la capacidad de los adultos que le rodean para elaborar su propio duelo e identificar las necesidades emocionales del menor.
MANIFESTACIONES INFANTILES DEL DUELO
Sabemos que los niños no poseen las mismas habilidades que los adultos para verbalizar sus emociones, y tienden a manifestarlas a través de cambios en su comportamiento.
Por ello, a continuación vamos a hacer un repaso de algunas de las manifestaciones más comunes en un proceso de duelo infantil:
- Negación: suele ser la reacción inicial más frecuente, como ocurre en el caso de los adultos. Los niños pueden actuar como si no hubiera ocurrido la pérdida, esperando a que vuelva o hablando en presente.
- Sentimientos de culpabilidad: es importante tener presente que los niños son egocéntricos tanto para lo bueno como para lo malo. En situaciones de pérdida pueden llegar a sentirse responsables por no haber previsto o evitado la pérdida, por divertirse con sus amigos o por haber provocado el desenlace por portarse mal (una pelea con su hermano, haber desobedecido, etc).
- Temor y ansiedad: aunque no lo verbalicen, su dificultad para comprender la muerte puede hacerles temer por su propia vida o por la de otros adultos que le rodean.
- Sentimientos de ira: a menudo los niños manifiestan conductas negativas mostrándose más agresivos o rebeldes. Pueden experimentar enfado ante la persona fallecida o el progenitor que se va de casa por haberle abandonado, o dirigir su ira con otro adulto que le acompañe por considerarlo culpable. Es común que se sientan aislados, solos y frustrados, si no le permiten participar ni despedirse de un ser querido.
- Confusión: en ocasiones la manera en que explicamos a los pequeños la pérdida es demasiado simplificada o con excesiva fantasía. Esto les puede generar confusión, sobre todo si se añaden los diferentes mensajes de cómo comportarse: que controle sus emociones o que los exprese de manera libre.
- Alteraciones en los patrones de sueño (sonambulismo, pesadillas, temor a la oscuridad, etc). Y en el apetito (atracones de comida o falta de apetito).
- Conductas regresivas: podemos encontrar que buscan más atención y que de manera inconsciente quieren volver a etapas en las que se sentían más seguros. Puede aparecer enuresis o encopresis, succión del dedo, etc.
- Problemas escolares: lo más probable es que sus sentimientos en cuanto a la pérdida se manifiesten en el colegio, como falta de motivación, dificultad para la concentración, rebeldía, etc.
- Por último, cualquier malestar físico sin motivo aparente puede darnos una pista de su proceso de duelo: dolores de cabeza o de tripa, dermatitis, tics, etc.
Es importante que sintonicemos emocionalmente con nuestros pequeños y les acompañemos a identificar e integrar las emociones que surgen con una pérdida.
Como profesionales comprendemos que a menudo a los adultos les resulta difícil hacerse cargo del propio duelo, por lo que recomendamos que el niño, y como consecuencia los padres, sean acompañados por un terapeuta infantil durante ese proceso.