La Navidad ya está aquí. De repente, las ciudades se han encendido, se han engalanado y el ambiente se ha vuelto festivo. Todo a nuestro alrededor nos invita, casi nos obliga, a ser felices, a regalar, a compartir. Para algunas personas puede ser una época del año ilusionante, de celebración y disfrute. Para otras, unas fiestas asociadas a la soledad, a recuerdos sombríos o a reencuentros difíciles.
Lo cierto es que el nacimiento de un nuevo año es la fecha respecto a la cual medimos el tiempo y que nos enfrenta con aquello que ya no volverá: lo que no hemos podido hacer durante el año que ya acaba, las promesas incumplidas, los momentos difíciles que hemos pasado, pero también los momentos que hemos disfrutado; las personas nuevas que nos acompañan, y el recuerdo de las que ya no están. Por ello, es natural que sea una época en la que los sentimientos se agudizan y experimentamos una mezcla de diferentes, y a veces contradictorias, emociones: nostalgia, ilusión, tristeza, soledad, alegría… Estos sentimientos están relacionados con las experiencias que hemos vivido y con nuestra historia personal. En la infancia, normalmente asociamos la Navidad a las vacaciones, a los regalos, a la familia y a la magia con la que vivimos este momento del año, dependiendo siempre de cómo haya vivido y afrontado la Navidad nuestra familia y nuestro entorno, y de las circunstancias e historia de cada cual.
Para algunas personas, la Navidad se convierte en una celebración impuesta –no la celebro porque la deseo, o porque me apetece, sino porque me siento obligado/a a ello–. No es extraño, pues, que estas fiestas supongan muchas veces una fuente de malestar y sintamos ansiedad y estrés al vernos presionados/as a organizar, a preparar, a dejar cosas resueltas y a enfrentarnos a situaciones no deseadas o elegidas, como pueden ser algunos reencuentros familiares. Observar cómo nos colocamos en nuestra familia, qué rol ocupamos, buscar nuestro propio espacio si así lo necesitamos y preguntarnos en qué medida y de qué forma nos apetece participar en estos encuentros puede ayudarnos a sentirnos más cómodos, a poner los límites que necesitamos y, en definitiva, a cuidarnos.
Desde INTRO, os animamos a encontrar en estos días una oportunidad para parar y preguntaros cómo os sentís con todo esto que se os exige, de conectar con vuestro estado de ánimo y poder tomar pequeñas decisiones que os ayuden a vivir estas fiestas de una manera más acorde a lo que necesitáis.