Las personas construimos las relaciones en función de las experiencias que hemos vivido, la forma en que hemos aprendido a vincularnos y las necesidades que tenemos.
Una relación de pareja puede cumplir diferentes funciones para nosotros/as: nos da sensación de pertenencia o de valía, nos aporta seguridad y afecto, compartimos en ella cuestiones íntimas como la sexualidad o un proyecto de vida común… Por ello, es un tipo de relación donde solemos depositar muchas expectativas, lo que hace que los problemas de pareja tengan un gran impacto emocional. Esto, a veces, puede bloquearnos a la hora de abordar los conflictos que afrontamos y nos hace entrar en dinámicas que nos dañan o de las que nos resulta difícil salir.
Cuando los recursos de una pareja no están pudiendo resolver los problemas que enfrentan, comenzar una terapia de pareja puede ser de gran ayuda para tener un espacio donde analizar lo que sucede y encontrar vías que permitan a ambas partes de la pareja resolver la crisis que atraviesan.
Pero, ¿cómo se trabaja en terapia de pareja?
En una terapia de pareja, el psicólogo ayuda a analizar las dinámicas que se generan entre ambos/as, el lugar que ocupa cada miembro en la relación y qué función cumple la pareja para cada uno/a, tratando de dar sentido al problema y buscar una solución. Cada pareja forma un sistema particular, donde se ponen en juego las historias de cada uno/a, y una dinámica determinada que se va construyendo y retroalimentando entre ambos/as.
Como decíamos, todos/as tenemos unas necesidades y expectativas determinadas que ponemos en juego en nuestras relaciones de pareja. A menudo, éstas tienen que ver con carencias que hemos sentido a lo largo de nuestra historia, y esperamos encontrar en una pareja aquello que nos faltó, o fantaseamos con poder construir algo que anhelamos. Esto a veces nos impide ver al otro por quién realmente es, con sus deseos y necesidades propias.
Por otro lado, cada uno/a tenemos diferentes formas de enfrentarnos al dolor y la vulnerabilidad, en función de las herramientas que hemos ido desarrollando y de las personas que hemos tenido de referencia. Así, cuando nos sentimos atacados/as, cuando sentimos que el otro no nos da lo que necesitamos o cuando nos sentimos abandonados/as ponemos en marcha estas estrategias que hemos aprendido. Por ejemplo, algunas personas deciden alejarse o distanciarse ante el dolor; otras, en cambio, piden o exigen al otro lo que necesitan.
Poder entender el mundo propio de cada miembro de la pareja, así como las necesidades y heridas que hay de fondo en los conflictos que ocurren, es fundamental para comprender qué se está poniendo en juego en la relación y poder afrontar los problemas de una manera nueva, encontrando un lugar común donde poder verse, comprenderse y cuidarse; o terminar la relación de una forma sana si así se desea.
Para facilitar que cada miembro de la pareja pueda conectar con su historia, es común que, sobre todo al comienzo, se combinen espacios individuales con espacios compartidos. A lo largo del proceso de terapia, el psicólogo guiará a ambas personas en un espacio seguro donde cada uno/a pueda expresar lo que le preocupa, escuchar a su pareja y encontrar un camino que les conduzca a resolver aquello que necesitan.