El deseo es una fuerza que nos impulsa a explorar nuestros instintos y necesidades, un motor de vida. Dejar de desear –de tener anhelos y preferencias–casi asegura desconectarnos y deprimirnos. Los deseos tienen una base inconsciente, que se va construyendo a lo largo de nuestra historia en función de las experiencias que tenemos y del contexto cultural, social y familiar en el que nos encontramos. Por ello, no podemos decidir ni controlar lo que deseamos: no elegimos desear a una persona u otra, no podemos impedir que alguien no nos caiga bien o dejar de sentirnos atraídos hacia algo que nos avergüenza.
A menudo, podemos sentir que un deseo nos genera un conflicto, nos parece políticamente incorrecto o va en contra de nuestros valores y creencias. Esto puede hacernos sentir angustia, miedo o vergüenza, y llevarnos a buscar maneras de “deshacernos” de él. Como decíamos, la relación que cada uno/a tenemos con nuestro deseo estará muy mediada por los modelos que hemos tenido de referencia, nuestro sistema de valores y creencias, por cómo otros se han relacionado con nuestro (y su propio) deseo a lo largo de nuestra historia, y por las experiencias que hemos vivido.
Es importante saber que los deseos no son necesidades vitales, podemos elegir no hacer cosas que deseamos, o podemos hacer cosas sin que haya deseo. Desear no es peligroso y no significa que necesariamente llevaremos a cabo eso que deseamos. Podemos imaginar, fantasear, sentir o explorar un deseo sin hacernos esclavos/as de él. De hecho, cuanto más conscientes seamos de nuestros deseos y más nos permitamos sentirlos, más espacio tendremos para poder decidir sobre ellos.
El deseo nos ayuda a orientarnos, es una brújula interna que puede ayudarnos mucho a conocernos y comprendernos si nos permitimos estar en contacto con él.
Darnos un espacio para explorar nuestro deseo, no juzgarlo como bueno, malo, sano, conveniente o maduro, si no simplemente observarlo y pensar en qué nos dice de nosotros/as, dejarnos desear aunque no tengamos garantía de que sea algo que podamos llegar a cumplir… son algunas de las cosas que podemos hacer para desarrollar una relación más amable con nuestro deseo, dándonos la oportunidad de escucharnos y conocernos.
Como siempre, esto es un proceso complejo e individual, en el que un profesional que nos acompañe y guíe puede ser de gran ayuda.