Llega el invierno y con él una serie de cambios en nuestro entorno que pueden afectar a nuestro estado de ánimo. Los cambios estacionales nos ayudan a recordar que no somos solo mentes racionales, sino que vivimos en un mundo de sensaciones que nos afectan a distintos niveles: fisiológico, cognitivo, emocional…
La disminución de las horas de luz y las bajadas de temperatura son fenómenos que cada uno de nosotros vivimos de forma distinta. Para algunas personas, el invierno y sus cambios van asociados a emociones como la tristeza, melancolía, añoranza… Otras, pueden sentir calma, paz, deseos de estar más recogidas consigo mismas… Por este motivo el invierno puede ser un buen momento para pararnos a mirar hacia dentro, ver cómo estamos, qué necesitamos, qué moviliza en nosotros.
Distintas formas de sentir el invierno
Identificar todas estas sensaciones y emociones nos puede dar mucha información para conocernos mejor y adaptarnos a esta etapa del año. Nuestras diferencias no aparecen sólo a nivel sensitivo, también podemos apreciarlas en cómo interpretamos aquello que percibimos en nosotros mismos.
Algunas personas tratan de evitar sus “sensaciones invernales”, les generan malestar y se esfuerzan en luchar para dejar de sentirlas, haciendo planes que les resulten placenteros o moviéndose en busca de una estimulación que necesitan. A veces este estado y las necesidades personales que emergen en él chocan con ideas que tienen de sí mismas: “soy una persona muy vital”, “soy muy activo, siempre estoy haciendo cosas”, provocando preocupación, frustración o angustia.
Otras, pueden encontrar en las sensaciones que perciben en invierno una forma de expresar una tristeza más profunda, que esta época del año ayuda a desenmascarar. Duelos pendientes de elaborar, daños y heridas del pasado, pueden encontrar un canal para avisar de que necesitan ser atendidas.
Hay quienes aceptan estas sensaciones como parte de uno mismo o como una fase estacional, tal vez porque no confrontan con las ideas que tienen sobre sí mismas o no van asociadas a una herida que aún no ha podido cicatrizar. Desde este lugar de aceptación, suele ser más fácil convivir, aprovechar y disfrutar de las sensaciones invernales.
¿Y a ti? ¿Qué te despierta la llegada del invierno?