A lo largo de la vida, las personas nos ilusionamos, nos decepcionamos, tomamos decisiones importantes, sufrimos pérdidas… Todas estas vivencias son normales y en muchos casos tenemos recursos para afrontarlas. Sin embargo, hay momentos en que podemos sentir que una situación nos desborda, nos provoca un intenso malestar, que hay algo en nuestra forma de relacionarnos con las demás personas o con nosotros mismos que no termina de funcionar como nos gustaría. Es en estas ocasiones cuando podemos pensar, ¿y si voy al psicólogo?
A menudo nos encontramos con personas que han dedicado un tiempo a plantearse esta opción y sin embargo les cuesta tomar la decisión de empezar una psicoterapia. Es normal que surjan muchas dudas, ¿realmente lo necesito?, ¿podría superarlo solo/a?, ¿qué ocurrirá en las sesiones?, ¿perderé el control de mi vida y terminaré haciendo lo que la/el psicóloga/o me diga? Hemos decidido escribir este post para poner algo de luz sobre estas preguntas.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que empezar una psicoterapia es una decisión muy personal. No es buena idea otros la tomen por ti, porque para que podamos evolucionar en ella es muy importante estar comprometidos con lo que hacemos, tener un verdadero deseo de cambiar y sentir que es algo que hemos elegido. Ir al psicólogo/a, durante mucho tiempo ha tenido ciertas connotaciones negativas que pueden ser la raíz esta duda sobre si realmente lo necesitamos. Parece como si ir a una terapia fuera la última de las opciones cuando todo ha fallado y la situación es insostenible. Tal vez si en vez de plantearnos esta pregunta, que esconde detrás la idea de “no puede solo”, pensamos en si nos podría venir bien o si nos puede ayudar a sentirnos mejor, la decisión se vuelve menos difícil de tomar.
Una vez decidimos que queremos probar algo distinto e ir a terapia, nos encontramos ante un abanico de opciones muy amplio. Existen diferentes maneras de entender y abordar los conflictos o problemas psicológicos, y esto nos puede hacer sentir perdidas/os en un principio, pero también nos permite explorar entre diferentes opciones para encontrar la que mejor se adapte a nuestro sentir.
En nuestras sesiones de psicoterapia buscamos explorar el significado de los síntomas o malestares que trae la persona, respetando sus ritmos y siendo un apoyo en la tarea de conocerse mejor a sí mismas/os para poder hacer los cambios que necesiten para sentirse mejor. Vamos hablando sobre aquello que se desea traer a terapia, relacionando y asociando unos contenidos con otros, para construir juntos/as un mapa completo y complejo de la persona. Somos un/a acompañante, pero el proceso lo dirige la propia persona, y no damos consejos ni directrices sobre su propias decisiones, sino que ayudamos a pensar sobre ellas.
Hay momentos en los que es normal que aparezcan ciertas defensas y resistencias a hacer los cambios que vamos identificando que necesitamos, y forma parte de la terapia también el identificarlos y tratarlos. El punto al que lleguemos depende mucho del momento vital y el deseo de cambio de la persona. La/el psicóloga/o actúa como acompañante y catalizador, dejando un papel activo sobre su proceso a quien viene a la terapia.